Redes Sociales y Adolescencia.

“Estar todo el tiempo con el celular en la mano, no es algo malo.  

Hay muchas cosas buenas y muchas malas en el internet.  

Los padres deberían estar seguros de que sus hijos no se vean absorbidos por las cosas malas…”  

(Roberto, 17 años) 

Los adultos siempre se han preocupado por los jóvenes y la tecnología…  

desde la era de la radio en el 1925”  

(Teens, Screens, & Wellbeing: Youth in the Digital Age)

Al escuchar a un grupo de jóvenes cuando se les pregunta por las redes sociales digitales, no dudan en mencionar tanto sus efectos negativos, así como los beneficios que han encontrado en este tipo de socialización. Desde presión grupal por verse de cierta manera o hacer ciertas cosas; hasta comunidades afines a sus gustos, tutoriales para aprender cosas nuevas, amigos virtuales que les comprenden, entre muchos otros. 

Las barreras que antes los adultos diferenciaban claramente entre el “mundo real” (aquí y ahora, cara a cara) y el “mundo virtual” (que ocurría en el internet y no tenía gran importancia), se han ido diluyendo con el paso generacional. 

Los choques generacionales siempre han existido y persistirán en la historia de la humanidad, pero nunca antes una generación ha sido tan diferente a las anteriores. La generación Z es la primera en nacer con el acceso a la tecnología y el internet. Aunque, esto no quiere decir que no exista una brecha considerable, especialmente en Latinoamérica. 

Tomemos como ejemplo a una persona adolescente que pasa todo el fin de semana en su casa, sin salir de ella, pero sin interactuar con su familia y jugando videojuegos la mayor parte del tiempo. Cuando se le pregunta qué hizo el fin de semana, es probable que mencione que “estuvo” con sus amigos. Y esto es así. La virtualidad es una nueva realidad palpable y tangible para las nuevas generaciones.  

Por eso, la nueva educación ciudadana también enfatiza en reglas de convivencia en este nuevo mundo, donde también hay derechos, deberes y responsabilidades. Y las repercusiones de maltratar verbalmente,  acosar,  calumniar,  son  igual  de  serias  y dolorosas. E incluso, los estándares de belleza; las fuertes opiniones sobre un tema; el compartir en cuáles eventos se participa; genera un grado de estrés y ansiedad muy fuerte, quizás nunca antes visto. 

Cuando de redes sociales se trata, las personas cuidadoras deben estar conscientes de que:

  • Su rol no se termina “en la vida real”, sino que incluye decidir cuándo y qué tipos de aparatos electrónicos facilitar; cómo controlar el acceso a internet; conocer a los “amigos virtuales”; conocer el contenido de los videojuegos y otros. Dejar a una persona menor de edad sola con un celular, es como dejarle en la calle sin acompañamiento. 
  • La regulación del tiempo que pasan en la pantalla es importante. Todos somos nuevos en esto, incluso los adultos. Por eso es importante, recordar que hay otras cosas que podemos hacer sin pantallas como comer, ejercitarnos, salir al aire libre…
  • Enseñar el pensamiento crítico y analítico es vital. Las noticias falsas, la opinión de personas sin base científica, el amarillismo… están a la orden del día. Aprender a analizar cuál es la fuente, contrastarla con otra información, comentar con otras personas para conocer sus opiniones, siempre es vital. En un mar de información como el que vivimos, aprender a seleccionar los sitios que se visitan y se eligen- por su base científica y su afinidad con los propios valores- es muy importante.  

El celular o las redes sociales no son el enemigo a vencer. La tecnología usualmente es un amplificador de los retos y oportunidades de la adolescencia y la juventud.  Por ello es importante construir una base de cercanía y confianza con nuestros jóvenes, para que puedan preguntar o expresar cuando tienen dudas o incertidumbres en su mundo (físico y virtual).  

Es posible que muchas veces sintamos que estamos en una carrera interminable quedándonos detrás de nuestros hijos adolescentes. Cada día aparecen nuevas Apps, nuevos juegos, nuevas redes… No podemos investigar y conocerlas todas, pero sí podemos estar alertas, conversar y poner límites. Démosles voz a nuestros adolescentes y conversemos continuamente sobre el bienestar digital. Nunca es ni muy tarde ni muy pronto para hacerlo.  

Adriana Gómez 

Madre de Juan Pablo (16) y Gabriel (13) 

Directora Ejecutiva

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